13.9.05

Terror

Nos reuníamos en las noches. Leíamos
Informes, certificados, expedientes,
Deprisa firmábamos sentencias,
Bebíamos vino. Bostezábamos.

Temprano dábamos vodka a los soldados.
En las tardes, sin luz,
Pasábamos lista a hombres y mujeres
Y al patio los echábamos.

Les quitábamos sus ropas, sus zapatos,
En bultos los atábamos,
Cargábamos un carro. Conducíamos.
Anillos y relojes repartíamos.

Los acorralábamos a culatazos,
Con linternas alumbrábamos,
Hacíamos tronar las metralletas,
A bayoneta terminábamos.

Los enterrábamos aún moribundos,
Deprisa de tierra los cubríamos
Y acasa luego regresábamos
Cantando una larga canción.

Y al alba a ese lugar conducíamos
A las esposas, los hijos, las madres:
Excavaban la tierra, roían los huesos,
Besaban la sangre querida.

Maximiliam Voloshin (1877-1932)

Avisos clasificados

Se necesitan médicos y enfermeras.
Así anuncian los periódicos
Se necesitan sastres y modistas
¿Quién necesita poetas?

Dónde encontrar un aviso que diga:
"Invitamos poeta a domicilio
Porque se hizo intolerable
Explicarse en lenguaje común.

Necesitamos palabras hermosas,
Estamos dispuestos a entregar el alma".
Deseo comprar finca.
Se necesitan vacas lecheras.

Fedor Sologub (1863-1927)

Los poetas

En las afueras de la ciudad crece solitario un barrio
Sobre una tierrra movediza y pantanosa.
Allí viven los poetas y se saludan
Unos a otros con una sonrisa arrogante.

El día se levanta inútil y radiante
Sobre este triste pantano:
Sus habitantes lo dedican al vino
Y al trabajo arduo y persistente.

Cuando se emborrachan se juran amistad,
Conversan cínica y despiadadamente
Hasta el amanecer. Luego, entregados a su pasión
Trabajan cual necios sin remedio.

De pronto, salen a rastras de sus buhardillas
Para mirar cómo arde el mar entre la tarde:
Con los ojos abiertos quedan cautivados
Por las trenzas doradas de las muchachas que pasan.

Enternecidos sueñan el Siglo de Oro,
Amigablemente riñen a sus editores
Y lloran con amargura sobre una florecilla
O sobre alguna nubecilla perlada.

¡Así viven los poetas, amigo lector!
Quizás tu pienses que todo esto sea peor
Que tus diarios, débiles y vanos esfuerzos,
Que tu charco pequeño burgués.

No, querido lector, mi crítico ciego,
Por lo menos los poetas tienen
Sus musas, sus nubecillas, su Siglo de Oro,
¡Todo lo que para ti es inaccesible...!

Tú estás a gusto contigo mismo, con tu esposa,
Con tu vida reducida,
Pero los poetas sufren de dipsomanía mundial
Y para ellos es poco una vida así.

No importa que mueran, como perros, tras la valla
O que la vida los haya enlodado.
Creen que algún Dios los trajo aquí
Para que besaran la ventisca y la nieve...

Alexandr Blok (1880-1921)